Yo lo llamaría el escéptico generoso.
Es esa persona que discrepa honestamente contigo.
No tiene nada en tu contra. No está defendiendo otros intereses. No tiene segundas intenciones. Ni malas intenciones.
Simplemente discrepa. Está en desacuerdo con alguna de tus ideas o con alguna de tus acciones.
La escena es así.
El escéptico generoso te comunica su discrepancia.
Tal vez en la calle en un encuentro casual. O al final de un acto público. O en una llamada telefónica a un programa radial en el que estás siendo entrevistado.
Va y te dice que no está de acuerdo con algo que dijiste o hiciste.
¿Cómo responder en estos casos?
Porque buena parte de los políticos responde de la forma equivocada. Esa forma equivocada de responder es optar por cualquiera de las siguientes opciones:
- Ignorar la discrepancia. Simplemente dejarla pasar en silencio.
- Menospreciar la discrepancia o a la persona que la expresa.
- Enojarse y reaccionar con agresividad abierta o encubierta.
¿Por qué todo lo anterior es equivocado?
Porque ese escéptico generoso, como lo llamo, todavía puede ser convencido pero ninguna de las 3 opciones anteriores lo convence. Por el contrario, son actitudes que lo alejan más.
Porque seguramente ese escéptico generoso no está solo sino que es la parte visible de todo un segmento de la población que tiene discrepancias similares. Entonces lo que sucede es que te estás perdiendo de encontrar respuestas no para una persona sino para muchas más.
La mejor manera de responder al escéptico generoso
Ya sabes lo que no hay que hacer.
Pues bien, algo hay que hacer entonces…
Primero tu actitud mental, tu disposición.
Trata de ponerte en los zapatos de esa persona que discrepa. Escúchala. Intenta ver las cosas, aunque sea por un momento, desde el mismo ángulo que las ve esa persona. Trata de comprender realmente la discrepancia. Deja que esa discrepancia entre en tu cabeza (no te hará daño y será más fácil analizarla…).
Segundo tus palabras.
No aplastes a la persona bajo un muro de palabras. Por el contrario. Pídele que te hable más acerca del asunto. Que te explique mejor la discrepancia. Que te ponga ejemplos.
Tercero el tono.
Pregunta con tranquilidad y sinceridad. No te enojes. No te impacientes. Calma. Ommmm!
Cuarto el contacto, la relación.
Piensa que si la persona discrepa y te lo dice es porque quiere ser convencida de lo contrario. Tienes que lograr que ese momento de diálogo sea una buena experiencia de contacto y de relación contigo. La mejor posible.
Quinto la responsabilidad.
Debes sentirte responsable del 100 % de la discrepancia. Eres tú como político el único interesado en el voto de esa persona. O eres tú como profesional el único interesado en ese posible cliente. No es el otro quien debe sentirse responsable. Eres tú.
Sexto el cierre.
Termina bien el diálogo. No solo con amabilidad y buen trato. También asegurando que lo vas a pensar detenidamente. Agradeciendo el aporte, la ayuda, la colaboración. Prometiendo que vas a tener en cuenta la opinión de la persona.
Y séptimo la consecuencia.
No olvides la discrepancia. Analízala cuando estés solo. O estúdiala con tus principales colaboradores o personas de confianza. De pronto puedes corregir un error. O encontrar una nueva manera de comunicar algo para que se entienda bien.
En suma: no trates al escéptico generoso como a un enemigo encubierto.
Considéralo más bien como un colaborador encubierto.