Continúa la serie de 5 artículos sobre psicología política que comienza con The Truman Show, prosigue con El cerebro es la caja negra de la política y sigue luego con El 2 % de tu cuerpo decide a quién votas.
En el principio era Aristóteles
En la antigua Grecia, hace alrededor de 2500 años, surgieron las primeras reflexiones acerca de la Psicología.
Aquellos griegos curiosos ya comenzaron a observar y analizar el comportamiento humano, las conductas, los sentimientos, el razonamiento, las emociones, las relaciones sociales, las fantasías, la voluntad…
Uno de aquellos filósofos, Aristóteles, fue de los que más avanzó en el estudio de esta zona del conocimiento.
Aristóteles, quien definía al ser humano como un “animal político”. Político venía de “polis”, en referencia a la ciudad. El hombre, entonces, era esa especie animal que se ocupa de los asuntos colectivos de la ciudad en la que vive.
Durante unos cuantos siglos la Psicología creció y se desarrolló al amparo de la Filosofía. Siglos y siglos acumulando saberes. Hasta dar el gran salto en las décadas finales del siglo 19.
Primero fue Wundt que fundó un laboratorio de Psicología, buscando aplicar metodologías similares a las de las ciencias naturales.
Y luego Sigmund Freud revolucionando el concepto mismo de Psicología con su descubrimiento del inconsciente.
La Psicología se separó finalmente de la Filosofía y se hizo ciencia. Durante todo el siglo 20 acumuló una fantástica y tal vez poco conocida base de conocimientos. Y se desarrolló en todas las direcciones, generando aplicaciones para literalmente todos los ámbitos humanos.
En ese contexto surge la Psicología Política propiamente dicha.
La psicología política es una disciplina científica, claro está.
Estudia la vida política focalizando sobre los procesos mentales del elector. Ilumina las zonas del cerebro activadas por los mensajes políticos y las campañas electorales. Estudia, experimenta, analiza, investiga, formula hipótesis, vuelve a experimentar, observa, saca conclusiones, vuelve a observar…
Ciencia, de eso hablo.
La psicología política produce
Y produce mucho. Artículos, libros, conferencias, cursos, seminarios…Y lleva ya unas cuantas décadas en esa tarea. Decenas de miles de trabajos en los últimos 60 años. Millones de páginas escritas.
Y donde dice “decenas de miles de trabajos” y “millones de páginas escritas” debe decir exactamente eso. Sin erratas. Es así.
Aristóteles quedó ya muy lejos.
Estamos en tiempos de un fantástico salto adelante en el conocimiento científico del cerebro, de la mente y del comportamiento humano.
La técnica de la resonancia magnética del cerebro, sin ir más lejos, está produciendo trascendentes descubrimientos ahora mismo, en este preciso instante del siglo 21.
Alrededor de 800 especialistas en Psicología Política de todo el mundo se nuclean en la International Society of Political Psychology (ISPP). La revista científica de la asociación, Political Psychology, ya va por el número 6 del volumen 35 de su publicación.
Los temas que se investigan son múltiples: el proceso mental por el cual se toma la decisión de voto, la forma en la que se procesa la información durante las campañas electorales, el tipo de emociones que se ponen en juego, el papel de los medios en la construcción de agenda, los diferentes estilos de vida y modos de funcionamiento mental de conservadores y progresistas, los rasgos de personalidad más valorados por el votante en el político, la reacción ante la publicidad negativa, el vínculo entre identidad partidaria e identidad personal…
Ya ves que con estos temas comienza el desembarco de la psicología política en los problemas de marketing político que enfrentas ahora mismo. Y el problema principal es el que da título al final de esta serie de artículos: Todas las campañas pierden (menos una)…