Nadie anda por el mundo con un cartel pegado en la frente que diga: “Yo soy de izquierdas”.
Nadie lo hace, ¿verdad que no?
Error: sí lo hacen (también los de derechas, pero ese será el próximo artículo).
En realidad sí andan con un cartel pegado en la frente que anuncia su afinidad ideológica. Aunque muchos observadores no estén entrenados para detectar ese cartel.
Me refiero a una persona con algunas certidumbres políticas definidas.
Que Obama es mejor que McCain.
Que antes Zapatero que Rajoy.
Que mejor Kirchner que Macri.
Que Chávez antes que Rosales.
Que la Concertación chilena y no Sebastián Piñera.
Que Tabaré Vázquez encima de Sanguinetti y Lacalle.
Que López Obrador sobre Calderón.
Certidumbres. Saben de qué hablo.
Bien: la persona se siente de izquierdas. El punto es si puedes “diagnosticar” su tendencia ideológica sin que la persona te la explicite. Sin hablar de política.
Mi respuesta, parafraseando a Obama, es que sí: sí se puede.
¿Cómo?
Observando y escuchando con atención.
El secreto está a la vista: en la casa de la persona, en su dormitorio, en su lugar de trabajo, en su vestimenta, en su forma de actuar y de hablar.
¿Cómo es en términos generales la persona de izquierdas?
La clave psicológica está en que se siente muy libre frente a las normas sociales.
Libre respecto a las pautas de vestimenta, a la moda, a los criterios del vestir formal o a las tendencias estéticas dominantes.
Libre respecto a los roles tradicionalmente asignados a su edad o a su sexo o a su sector social.
Libre respecto a las estructuras del lenguaje, a los modos de hablar o de expresarse.
Libre respecto a los modos de pensar, de sentir, de actuar y de vivir que están establecidos.
Libre respecto a las jerarquías sociales, a la autoridad constituída, al statu quo.
Así se siente, y así vive.
De esta sensación de libertad se derivan muchas consecuencias prácticas:
Tiende a ser informal y despreocupado en el vestir.
No le preocupa demasiado el orden ni la prolijidad en sus espacios personales y laborales.
Valora especialmente la espontaneidad y la naturalidad en palabras y actos.
Prefiere ser diferente, creativo y transgresor.
Sus intereses son variados, múltiples y diversos.
Ahora bien: ¿sirve para algo saber ésto?
Vuelvo a responder que sí.
Sirve para saber, simplemente y en primer lugar. Que no es poco.
Y sirve también para comprender muchos de los encuentros y desencuentros que se dan en el escenario político público y también en el privado.
Pero además sirve para planificar una campaña política. Tal vez sea una sorpresa para muchos, pero muchas campañas de partidos de izquierdas se planifican como si sus votantes fueran de derechas. Sin saberlo, claro. Y con los resultados correspondientes, of course.
Las personas de izquierdas son, decididamente, diferentes a las de derechas. Más vale tenerlo en cuenta, en política pero también en la vida cotidiana.
Por último, te propongo un simple ejercicio de observación.
Mira a tu alrededor. Verifica si tus familiares o amigos o conocidos de izquierdas se acercan a este patrón que describo.
Y luego analiza a los candidatos de izquierdas con el mismo instrumento.
Y saca conclusiones.
Mientras tanto yo preparo mi próximo artículo. Supongo que ya adivinaste que será el gemelo de éste. En efecto: el próximo artículo será sobre la Psicología de las personas de derechas.