El ex Presidente argentino Néstor Kirchner falleció hace poco más de 24 horas. ¿Cuales son los procesos psicológicos que se disparan en una población que pierde a uno de sus referentes más emblemáticos de la actualidad?
Néstor Kirchner tenía 60 años, era el principal eje de la política argentina de estos años y seguramente sería nuevamente candidato a Presidente en apenas 12 meses. Además era esposo de la actual Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, figura principal del Partido Justicialista (peronista) y Secretario General de la UNASUR.
No era un referente del pasado, entonces. No era uno de esos hombres que fueron influyentes en su tiempo y que fallecieron poco o mucho tiempo después. Néstor Kirchner era un hombre del presente, de la actualidad de cada tapa de diario y de cada emisión informativa en radio o televisión.
¿Cómo reacciona una sociedad ante un evento de esta magnitud? Básicamente se disparan 2 procesos en paralelo pero que pueden llegar a retroalimentarse mutuamente:
- Un proceso cognitivo
- Un proceso emocional
Pasolini y el sentido de la vida
El cineasta italiano Pier Paolo Pasolini escribió alguna vez que es la muerte la que da sentido a la vida de cada individuo. La que lo define y lo retrata para siempre.
Y esto es así, leyendo a Pasolini con ojos de psicólogo, porque las personas que siguen vivas desarrollan un proceso cognitivo mediante el cual:
- Bucean en el archivo de la memoria de cada uno los juicios formulados interiormente respecto a la persona que ahora está muerta
- Seleccionan de entre toda esa diversidad de juicios aquellos más relevantes, permanentes y definitorios
- Descartan gran parte de los otros juicios archivados, ya sea por irrelevantes o por incongruentes
- Y “cierran” la imagen del muerto, clausuran, redondean y esquematizan sus notas más características.
Este proceso cognitivo lleva entonces a ubicar cada pieza en su lugar y a darle un sentido claro a lo que fue la vida del fallecido.
Faulkner y el estado en que quedan los demás
Un personaje de la novela “El sonido y la furia” de William Faulkner dice que “la muerte es ese estado en que quedan los demás”.
Leyendo a Faulkner con ojos de psicólogo puedo agregar que ese estado en que quedan los sobrevivientes está sostenido sobre emociones.
La muerte de un hombre público en ejercicio pleno de su condición de hombre público dispara un fuerte estado emocional colectivo.
Si la muerte se debe a causas violentas, como ocurre en los magnicidios, la reacción colectiva tiene mucho de angustia y en ocasiones puede llegar a episodios de pánico o de violencia. Pero si la muerte es por causas naturales, como en este caso, la reacción colectiva tiende generalmente hacia la pena, el dolor, la tristeza acompañada de notas reflexivas. Y la solidaridad afectiva hacia quienes tenían vínculos más estrechos con el fallecido.
El estado en que quedan los demás, por lo tanto, es más bien introspectivo y triste.
La muerte del político
La condición política activa de Néstor Kirchner hace que su muerte tenga, por supuesto, fuertes efectos políticos. Al igual que cada uno de sus actos y de sus palabras. O más. Seguramente más.
¿Qué cabe esperar al respecto en la opinión pública?
- Una valoración política de Néstor Kirchner que puede llegar a ser significativamente mayor a la que ya tenía.
- Un clima emocional de tristeza ante su pérdida.
- Una corriente emocional solidaria de fortalecimiento del respaldo público hacia Cristina Kirchner.
- Una posible dificultad de posicionamiento de los sectores más duramente opositores al crearse un vacío en el lugar de aquel a quien veían como el enemigo principal.
La muerte del hombre público siempre provoca efectos duraderos. Cognitivos, emocionales y políticos. Y más aún cuando la Argentina está a 12 meses de las elecciones presidenciales.