El próximo martes 5 de febrero es el Super Martes electoral en EEUU. La elección simultánea en muchos y muy importantes estados seguramente va a definir mucho las expectativas electorales de demócratas y republicanos. Aunque debo decir que el mapa electoral ya ha decantado rápidamente.
Los demócratas
Tal como era previsible, Obama ganó ampliamente en Carolina del Sur. Es un estado con una base electoral negra, y allí estuvo precisamente el punto fuerte de Obama. Pero eso podía haber sido también una debilidad: que se lo viera como el candidato de los negros, o sea de la primera minoría del país. Y planteado así, en términos de raza, podría significar un obstáculo para quien aspira a representar a toda la sociedad americana.
Pero los estrategas de Obama demostraron un certero conocimiento de la psicología política del votante norteamericano. Inmediatamente después de la elección en Carolina del Sur apareció el apoyo impactante de los Kennedy, el clan político-familiar más influyente del país. Con eso Obama puso a andar en la campaña electoral la imagen mítica de JFK. Un golpe duro para Hillary, sin duda.
Otro factor de estos días que beneficia a Obama es la renuncia de Edwards, quien le disputaba un espacio electoral muy similar. Ahora está claro: o Hillary Clinton (con toda su experiencia, su carisma y una poderosa maquinaria partidaria) o Barack Obama (con mensajes de juventud, esperanza y cambio).
Hillary es, todavía, la favorita. Pero Obama trae el impulso. Quien triunfe el supermartes dará un paso gigantesco hacia la nominación demócrata.
Los republicanos
El gran error estratégico de la campaña electoral lo cometió Rudy Giuliani. Prestigiado por su gestión al frente de New York años atrás, con buena reputación en materia de liderazgo, y primero entre los republicanos en todas las encuestas previas a las primarias…¿Qué hizo con ese capital político? Simplemente lo destruyó.
La pregunta es: ¿cómo hizo para destruir una posición tan estupenda en el punto de partida? La respuesta tiene que ver con pésimos asesores, obviamente (lo cual además pone en duda sus proclamadas dotes de liderazgo). Pues bien: la estrategia de Giuliani consistió en no participar en las primeras primarias, concentrando todo su esfuerzo para comenzar por el Estado de Florida donde se sentía fuerte.
Conclusión: otros le tomaron la delantera, ganaron el impulso y cuando llegó a competir en Florida ya no tenía la misma fuerza. Y perdió. Y abandonó la carrera. Tremendamente simple.
John Mc Cain, en cambio, aprovechó la situación. Peleó palmo a palmo desde el comienzo, aprovechó su reconocido prestigio en los temas militares así como su experiencia política. Se fue posicionando en los primeros lugares, y ahora se refuerza con la adhesión de Giuliani. Su rival es el fuerte empresario Mitt Romney, que ha hecho de los temas económicos su fuerte. Aunque Huckabee y Paul siguen en la carrera, la nominación está entre Mc Cain y Romney.
Así despejado el panorama, la situación estratégica es clara: Mc Cain debe hallar una debilidad en la fortaleza sobre temas económicos de Romney, mientras éste debe hallar la debilidad en la fortaleza de Mc Cain sobre el tema de la guerra en Irak. El que lo logre ganará el supermartes y estará mucho más cerca de la nominación republicana.