(Nota: este artículo es un pequeño fragmento del libro MAQUIAVELO&FREUD)
La planificación es una herramienta central de cualquier campaña política. Las campañas exitosas, las que convencen y persuaden, tienen como pre-requisito ineludible la planificación correcta.
Uno de las variables de más impacto en la planificación es determinar el target, el blanco, el público objetivo al que van a estar dirigidos los mensajes.
Ese público (o esos públicos) debe(n) recibir mensajes adecuados a sus características psicosociales, de lo contrario esos mensajes no serán comprendidos ni asimilados (y en algunos casos ni siquiera serán recibidos).
¿A quién le vamos a hablar en cada campaña y en cada momento de una misma campaña?
¿Cómo es ese público?
¿Dónde está?
¿Cómo piensa, siente y actúa?
¿Qué busca y qué necesita?
¿Cómo se relaciona con la política y los políticos?
¿Cuales son sus expectativas y sus intereses?
¿Cómo vive?
Estas preguntas deben ser contestadas antes de emitir el primer mensaje. Son puntos de partida del plan.
Quien no conoce el mercado electoral solo puede dar palos de ciego en una campaña. Sus avances, si existen los mismos, serán a los tropezones y llenos de dificultades. Y rápidamente perderá el rumbo.
Quien conoce el mercado electoral, en cambio, podrá hacer una campaña que sea una línea recta, precisa y bien dirigida, eficiente y eficaz, apuntando certeramente a los objetivos.