A lo largo de los últimos veinte años he recibido numerosos mensajes de lectores enojados conmigo porque dicen que mis técnicas psicológicas ayudan a manipular a los votantes. Lo más bonito que dicen es “manipulación psicológica de los votantes”. Y algunas cosas más.
Algunos de esos correos los escriben personajes muy peculiares que son haters a tiempo completo. Algún día escribiré algo al respecto, pero no será hoy. En el día de hoy quiero referirme a quienes real y honestamente están confundidos y no logran diferenciar persuadir de manipular.
Porque son animales muy distintos esos dos.
Todos sabemos que el que manipula y el que persuade, ambos, buscan que otras personas actúen de determinada manera. Pero el que manipula lo hace engañando, distorsionando la verdad y empujando al manipulado a hacer algo en contra de sus propios intereses.
En cambio el que persuade lo hace usando medios lícitos, respetando la verdad y los hechos, respetando a la persona a la que busca persuadir y tratando de moverla en una dirección que no la perjudique sino que la beneficie.
O sea que se diferencian tanto en los fines como en los medios para lograr esos fines.
Te doy un consejo que nunca me pediste.
Para avanzar en política tienes que persuadir. Tienes que perfeccionar el arte de la persuación al máximo posible. Sin hacer caso de los haters que te dicen que tus propuestas o tus acciones o tu forma de hablar o quien sabe qué cosa te convierte en un pérfido manipulador psicológico.
No manipules. Nunca.
No engañes. No deformes la realidad. No utilices medios oscuros. No perjudiques a los votantes.
Pero persuade.
Convence.
Tienes que ser un líder persuasivo cada vez más persuasivo.
Daniel Eskibel