El rescate de los 33 mineros chilenos tuvo una audiencia televisiva planetaria de 1200 millones de personas. ¡1200 millones de televidentes!
¿Qué se necesita para construir una audiencia tan gigantesca?
- Una gran historia para contar
- Problemas que anuden la historia y la hagan avanzar
- Imágenes potentes que comuniquen por sí mismas
- Muchas emociones intensas
- Una gestión profesional de la comunicación
La piedra fundacional de este mega evento comunicacional es un problema: 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad bajo toneladas de tierra y rocas. Un problema fácil de describir y capaz de movilizar algunas de las más intensas emociones humanas. El eje comunicacional no es la solución: es el problema. Y el avance de la historia va saltando de problema en problema.
El caso del rescate de los mineros chilenos no es una excepción. Son siempre los problemas los que captan la atención del cerebro humano. Antes que cualquier otro asunto. Y por lo tanto son los problemas las piedras angulares de cualquier comunicación política.
Comparto con ustedes un pequeño fragmento de Maquiavelo&Freud que se refiere al tema:
“Los problemas son el santo y seña de cada día. Las personas piensan, sienten y actúan en función de los problemas que se plantean. Y esos problemas son incesantes, se crean uno detrás del otro, se sustituyen unos a otros, se anexan, se renuevan. Pero siempre están ahí.
El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española define problema como “Conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin”.
Pues bien, los seres humanos intentamos siempre y a cada instante lograr algún fin. Y siempre la realidad nos hace fuerza, mayor o menor, en sentido contrario.
Entonces, los problemas son protagonistas de primera línea en nuestra mente desde que despertamos cada día hasta que a la noche nos dormimos.
Lo dice con cierta resignada fatalidad una canción del cubano Silvio Rodríguez. Quien canta sueña con serpientes. Cada vez que se enfrenta a una de ellas y la mata, entonces aparece una mayor. Y la historia sigue girando sin fin.
También lo muestra, de un modo más humano y compasivo, el cineasta alemán Wim Wenders en su magnífica ”Alas del deseo”. El personaje central es un ángel caído a la tierra que deambula entre las personas y al acercarse a cada una de ellas puede escuchar sus pensamientos y descubrir su pequeño mundo de problemas y deseos.
Miremos los titulos del diario o del noticiero televisivo. Problemas. Escuchemos las conversaciones en el café. Problemas. Veamos el núcleo básico de los argumentos literarios, cinematográficos o teatrales. Problemas. Observemos las inquietudes de los clientes de un comercio. Problemas.
¿En qué piensa cada persona de esas que atraviesa la calle en multitud o de esas que transita en el autobus? Problemas.
El problema siempre antes que la solución
En este caso el orden de los factores sí que altera el producto. Quiero decir: en una campaña electoral es indispensable que el problema se presente primero, antes que la solución.
Y que ese problema sea pintado con sus colores más dramáticos y realistas. En una palabra: que el problema duela. Que sangre. Que conmueva. Que golpee.
Reitero: que el problema se vea y se sienta. Y que aparezca primero.”
(Maquiavelo&Freud, página 48)
Esta prevalencia del problema es válido no solo para un megaevento comunicacional como este rescate de 33 mineros chilenos. Es válido también para cada uno de los eventos de comunicación política que se producen, aún los más pequeños.
Lo que mueve es el problema. No lo olvides.