¿Quién tiene mejores posibilidades de ganar: el oficialista o el opositor? ¿Cual es el que llega con ventaja a la campaña electoral?
Las preguntas anteriores son el punto de partida básico y elemental del tema. Porque es necesario saber si el hecho mismo de ser oficialista u opositor entraña alguna ventaja o alguna desventaja.
La mejor respuesta será la que se apoye en la evidencia empírica, en lo que realmente sucede en las campañas electorales a lo largo y a lo ancho del mundo.
Números para pensar
Comencemos por la historia electoral de los Estados Unidos de América. Una larga historia que además está prolijamente documentada, con lo cual se facilita la investigación.
Téngase en cuenta que cuando decimos oficialista involucramos tanto la reelección del gobernante como la victoria de otro candidato de su mismo partido. Y cuando decimos opositor es en referencia al triunfo de otro partido diferente al que ejercía el gobierno.
Primer dato.
En sus 220 años de historia democrática, los Estados Unidos registran un total de 56 campañas presidenciales. El 61 % de esas campañas fueron ganadas por los oficialistas mientras el 39 % fueron ganadas por los opositores.
Segundo dato.
Si comparamos esos 220 años del total con períodos más breves y más recientes, tendremos un peso creciente de los triunfos opositores y una disminución proporcional de los éxitos oficialistas.
56 campañas en total (220 años): oficialistas 61 %, opositores 39 %
25 últimas campañas (100 años): oficialistas 56 %, opositores 44 %
15 últimas campañas (60 años): oficialistas 47 %, opositores 53 %
5 últimas campañas (20 años): oficialistas 40 %, opositores 60 %
¿Qué se puede decir entonces?
Que en un tiempo histórico determinado el oficialismo tenía ventajas importantes y era más probable su triunfo. Pero que la tendencia histórica se ha ido revirtiendo a favor de los opositores.
Aunque también estos números se pueden cuestionar, por supuesto. Y se puede decir que
- Los datos de Estados Unidos no son válidos para el mundo hispano parlante. La cultura hispanoamericana es muy diferente de la cultura anglosajana, y por lo tanto los comportamientos electorales no se pueden extrapolar a nuestra realidad.
- Los datos recientes no son muy confiables. En efecto: si tomamos los últimos 60 años, en realidad estamos estudiando apenas 15 campañas electorales. Nada más.
¿Entonces?
Pues abordemos el tema desde otra realidad. Justamente: la realidad de los países de habla castellana.
Luego de estudiar las campañas presidenciales en EEUU me dediqué al estudio de las presidenciales en España, México y los países hispanoparlantes de América Central y América del Sur.
Dejé de lado algunas campañas (muy pocas) donde la dinámica oficialismo-oposición no era muy clara. Y me concentré en los últimos 20 años.
Tercer dato.
73 campañas presidenciales se realizaron en la región en el período 1990-2010. Los opositores triunfaron en el 53 % de los casos y los oficialistas en el 47 % restante.
El resultado tiene puntos de contacto importantes con los datos de Estados Unidos en los últimos 60 años.
¿Caso cerrado?
No.
Cuarto dato.
Tomemos el año 2007, aprovechando que ese año hice un estudio de los resultados electorales en todo el mundo. Durante ese año 2007 se realizaron 14 elecciones presidenciales en todo el planeta.
En el 64 % de los casos ganó el partido de gobierno. ¡Sorpresa!
Quinto dato.
Pensemos ahora en los últimos 30 años en distintos países. Y comparemos el porcentaje de triunfos oficialistas:
- México 75 %
- Reino Unido 75 %
- España 63%
- Alemania 63 %
- Francia 60 %
- Brasil 60 %
- EEUU 50 %
- Argentina 40 %
Conclusiones preliminares
Como se ve, los datos van y vienen. Están llenos de contradicciones. Y seleccionando unos u otros se puede pretender “demostrar” una u otra tesis.
Pero hay una sola y única cosa que queda demostrada.
Solo una. 1. One.
Que el solo hecho de ser gobierno u oposición no da una ventaja automática en el punto de partida.
Ser oficialista o ser opositor es una variable importante en una campaña electoral. Pero por sí sola no asegura nada. Lo cual cierra el camino tanto al exitismo como al pesimismo. Y abre el camino de la estrategia.