Los políticos, los periodistas, los analistas y los votantes dan por hecho que el Dr. Tabaré Vázquez será el próximo Presidente de los uruguayos. Se trata, por cierto, del escenario más probable. Sin embargo hay un segundo escenario, mucho menos probable pero de todas maneras posible: la derrota del líder del Frente Amplio.
El éxito político no depende ni de la evolución de la economía ni de las variables demográficas duras. El éxito político depende de la comunicación, de la capacidad de cada candidato y de cada partido para persuadir al ciudadano.
En este sentido el Frente Amplio ha demostrado una gran eficacia y por tal razón crece sin parar desde hace 20 años. Y crece en todas las circunstancias: en dictadura y en democracia, en recesión y en reactivación, en bajos índices de inflación y desocupación y en altos índices de los mismos indicadores, en el mundo bipolar de la guerra fría y en la posmodernidad globalizada…Con una paradoja adicional, consistente en que la mayoría de la población se inclina a votar hacia la izquierda al mismo tiempo que se continúa identificando con las posiciones ideológicas centristas.
Tabaré Vázquez, en particular, ha demostrado una certera puntería para la comunicación más efectiva, la que salta sobre las élites politizadas y convence a la persona común y corriente.
Y mientras era menospreciado durante mucho tiempo por las élites, Vázquez perfeccionaba su discurso verbal, su gestualidad, su manejo hipnótico de la voz, sus rituales cuasi religiosos en los actos callejeros, su conexión directa con los mitos y las leyendas de los uruguayos, sus apariciones y desapariciones de escena, sus silencios estratégicos, su inteligente administración de su imagen de médico oncólogo bueno que lucha contra el mal, su perfecta adecuación a las características del espectáculo televisivo y sus muy profesionales campañas publicitarias que han ido sedimentando una potente imagen de marca.
El escenario de la derrota
Para derrotar a Vázquez es necesario lograr los siguientes objetivos:
1) Uno de los partidos fundacionales tiene que alcanzar, en las primarias del 27 de junio, una votación tan importante que le permita posicionarse como un competidor serio del Frente Amplio.
2) En la primera vuelta del 31 de octubre, el Dr. Vázquez no debe superar el 45 % de los votos.
3) En la segunda vuelta del 28 de noviembre, el adversario de Vázquez debe atraer el voto de la inmensa mayoría de los votantes del otro partido fundacional.
¿Son imposibles estos tres objetivos? No, no son imposibles. Son muy complejos y difíciles de lograr, pero son posibles.
Para conquistarlos no basta con ganar el voto de los indecisos, sino que también hay que ganar el voto de muchos ciudadanos que ya simpatizan con Tabaré Vázquez. Se trata de una tarea inédita, que prácticamente nadie ha encarado a gran escala hasta ahora.
Y la razón por la cual nadie la ha encarado es muy potente: la izquierda ha logrado la gran victoria psicológica de imponer la idea casi mística de que el frenteamplismo llega a la cabeza del votante para quedarse para siempre. Han construído con infinita paciencia el mito de la irreversibilidad, señalando que cuando alguien simpatiza con el Frente ya queda alejado de por vida de los demás partidos. Y han transformado ese mito en un lugar común de lo “políticamente correcto”, con tanta eficacia que lo han creído hasta sus propios adversarios.
Por supuesto que hay un núcleo duro de frentistas firmes y convencidos a quienes nada ni nadie hará cambiar. Pero la realidad es que también hay amplios sectores con un nivel muy light de adhesión. Constituyen un público descontento y enojado, pero muy independiente, no ideologizado y libre.
Quien quiera ganar, pues, tiene que quitarle votos al Frente.
Palos de ciego
Desde 1971 los partidos fundacionales vienen dando palos de ciego contra el Frente Amplio. Algunas de las recetas utilizadas, que ya fracasaron y que si siguen usándose seguirán fracasando, son las siguientes:
1) Ignorar al Frente, menospreciarlo y hasta marginarlo de los principales escenarios políticos.
2) Descalificar y despreciar a sus dirigentes.
3) Proponer la idea de que un eventual gobierno frentista sería como el fin de los tiempos, un momento apocalíptico y sin retorno, lleno de caos y destrucción.
4) Mostrar las diferencias y contradicciones de la izquierda, apostando a su división (cuando en realidad ya han sufrido divisiones y sin embargo siguen creciendo).
5) Rehuir el debate público con ellos (un ejemplo podría ser el plebiscito sobre la compañía estatal de combustibles ANCAP: durante un año entero el Frente Amplio hizo campaña en todo el país frente al silencio de los otros partidos, y cuando los otros quisieron reaccionar ya estaban perdidos).
6) Plantear el debate en términos ideológicos: el marxismo enfrentado con la democracia, el nacionalismo o el liberalismo político.
7) Exhaltar la personalidad y la propuesta de los sectores más moderados del Frente, como por ejemplo Danilo Astori (cuya presencia no solamente no debilita sino que fortalece a Vázquez porque proporciona a los votantes centristas y moderados una coartada, una justificación de su voto: “si Astori es tan bueno, tan razonable, tan capaz y yo coincido tanto con él, y si el mismo Astori está con Vázquez…¿entonces por qué no votar a Vázquez aunque no me convenza del todo?”).
Son siete pasos en las nubes, siete palos de ciego, siete errores estratégicos.
El ataque contra el líder
En términos de marketing político, Tabaré Vázquez es el líder del mercado electoral. Quien pretenda ganarle debe atacar su posición. El ataque no puede ser generalizado e indiscriminado. Tampoco puede ser descalificador e insultante. Y no puede recaer en los errores arriba señalados. Nada de esto funciona.
Para atacar con éxito es necesario evaluar con objetividad dónde radica la fortaleza del líder del mercado. Y luego concentrar el ataque en la debilidad implícita en esa fortaleza.
¿Cual es la fortaleza del Frente y su candidato?
Su fuerza reside en un hecho muy elemental: desde que se creó, hace 33 años, el Frente Amplio es una fuerza de oposición. Y como tal goza de muchas ventajas. Por ejemplo: no se hace responsable de ninguno de los saldos negativos que puedan haber ido dejando los sucesivos gobiernos, sus dirigentes se presentan como limpios, puros y diferentes a los que han ocupado cargos gubernamentales, su programa de gobierno se presenta como superior a todo lo que hemos conocido, concentra todo el malestar y el descontento que por múltiples razones se va acumulando en la población, construye una mística de cambio social y de lucha contra el poder, simplifica y hace más comprensible su mensaje político y apela al voto extra partidario pidiendo apenas una oportunidad.
¿Cual es la debilidad implícita en esta fortaleza?
El punto débil está incrustado en su propio carácter opositor. Es la dificultad para hacer creíble su capacidad de gobierno. Ahí, en ese estrecho frente de lucha, se juega su triunfo o su derrota.
En suma: para ganarle a Tabaré Vázquez habría que demostrar con contundencia que la izquierda no está preparada para la compleja tarea de gobernar. Con un complemento fundamental: el partido que quiera ganar debe demostrar que él mismo sí está en condiciones de hacerlo.
El punto débil
Para atacar en el punto débil y derrotar a Vázquez habría que trabajar los siguientes ejes temáticos:
a) Aumentar la visibilidad de los sectores y dirigentes frentistas más ultra-radicales. Ellos, con su propio discurso extremo y alejado de la cultura de gobierno, se encargarán de volar los puentes con los segmentos moderados de la sociedad.
b) Poner en un primer plano de la polémica pública los errores cometidos en 15 años de gestión frenteamplista en la Intendencia de Montevideo. Cada uno de esos errores es un misil en la línea de flotación de la izquierda, ya que la agresividad siempre manifestada para señalar errores de otros gobiernos se vuelve en su contra como un bumeran.
c) Ubicar los programas de gobierno en la agenda pública cotidiana, buscando resaltar las omisiones y los errores programáticos de la izquierda, destacando las consecuencias prácticas de los mismos y comparándolos con las soluciones propuestas por otros partidos.
d) Confrontar con Tabaré Vázquez sobre temas de gobierno. Si no se producen debates radiales y televisivos, de todas maneras se puede debatir a la distancia a través de los medios de comunicación. Para ello basta con seguir las intervenciones de Vázquez en radio, televisión y actos públicos y luego responder a través de los medios.
e) Denunciar conductas negativas o conflictivas, actuales o pasadas, de dirigentes, candidatos y posibles miembros de un gobierno frentista.
f) Comunicar con solidez y claridad las propuestas propias.
Atacar al líder, en términos de marketing, es siempre la estrategia más difícil. Por eso hay que concentrar esfuerzos y recursos en un frente bien estrecho, sin dispersarse hacia otros costados atractivos. Hay que ser eficiente y preciso en la comunicación. No se trata ni de expresar los propios enojos o prejuicios, ni de agredir a nadie. Se trata de convencer a un sector determinado del público.
Escenarios alternativos
En el año 2004 Uruguay vive unas elecciones presidenciales de singular trascendencia.
En los primeros meses del año parece muy afirmado un escenario de triunfo de la izquierda. Sin embargo también es posible un escenario de derrota de Vázquez. ¿Qué puede pasar en octubre y noviembre? ¿Se consolidará definitivamente el triunfo del Frente Amplio? ¿O el segundo escenario dará la sorpresa sustituyendo al primero?
El peor enemigo de la izquierda es el triunfalismo, porque le puede impedir una de sus principales tareas actuales: identificar los riesgos a tiempo y bloquear el posible escenario de la derrota.
Y el peor enemigo de los partidos fundacionales es la derrota psicológica, porque también le puede impedir sus tareas actuales: visualizar a tiempo sus posibilidades y construir el escenario de su propio triunfo.
En todos los casos la clave está en la comunicación que cada uno logre con la ciudadanía. Allí está la respuesta a todas las interrogantes políticas de la hora.