Cae un avión.
Todos quieren saber las causas. Son muchos los curiosos.
Claro que no todos son iguales ni buscan lo mismo. En realidad el mundo de los curiosos se divide en dos: de un lado de la raya se paran los ingenuos y del otro lado los expertos.
(no sé si debo decirlo, pero los primeros son legión y los segundos apenas unos pocos, como todo en esta vida)
Los ingenuos son bichos que andan en manadas, habitualmente ruidosos y crédulos, levemente morbosos y con acentuada tendencia a regalarse explicaciones fáciles.
(que nadie se sienta aludido, please)
Los expertos, en cambio, son bichos más solitarios que miran donde nadie ve, que escudriñan más hondo con un leve dejo de escepticismo. Por supuesto que ellos suelen encontrar explicaciones más complejas.
(estoy escuchando voces…son ya varios los lectores que se preguntan qué diablos tiene que ver con la política toda esta introducción de aviones caídos…en fin, les pido paciencia, y sigan leyendo)
Los ingenuos, digamos que son la especie IN, rápidamente sacan conclusiones. El avión cayó por la tormenta, si yo mismo vi el pronóstico del tiempo para esa zona y estaba visto que iba a pasar. No, en realidad cayó porque el piloto tomaba mucho, ¿vio?, yo tengo un amigo que lo conocía. ¡Qué va! El avión fue derribado por un misil, por una falla mecánica, porque se quedó sin combustible, porque hubieron disparos en la cabina, porque el horóscopo del copiloto lo marcaba…La buena señora de ruleros barre la vereda mientras le explica a su vecina la pura verdad sobre el accidente.
Los expertos, digamos que son la especie EX, hacen oídos sordos y buscan la caja negra.
¡¡La caja negra!!
Allí está el secreto. Para saber por qué cayó el avión hay que encontrar la caja negra y luego descifrar la grabación de los últimos minutos de vuelo. De esta manera no solo se explica lo que pasó sino que también se proyectan medidas para garantizar futuros vuelos exitosos.
(presten atención, porque acá entra en escena la psicología política)
Lo mismo ocurre en la política. Lo mismo.
¿Dónde está la explicación de todos los triunfos electorales y de todas las derrotas? ¿Dónde está la causa última de los liderazgos y de las caídas de popularidad? ¿Dónde anidan la aprobación y el rechazo hacia un candidato, un partido político o un gobierno?
La respuesta es una sola: en el cerebro humano.
¡El cerebro es la maldita caja negra!
(escucho el murmullo inquieto de los IN, algo molestos porque ellos tienen otras explicaciones más simples: que el dinero, que los medios de comunicación, que el programa de gobierno, que la economía…)
Es allí, en el oscuro territorio del cerebro, donde se define todo. Si pudiéramos abrirlo, iluminarlo y estudiarlo en detalle, entonces tendríamos un arma mortal para ganar elecciones, construir liderazgos y defender gobiernos.
(los EX escuchan, reservando su opinión, madurando sus ideas…)
Los políticos todavía no lo saben, pero la psicología política lleva décadas y décadas estudiando lo que pasa en el cerebro humano con respecto a la conducta de voto. Y solo se puede decir en voz baja, pero la verdad es que los especialistas han avanzado mucho más de lo que nadie se imagina. Mucho más.
Por eso muchas, muchísimas elecciones de hoy en día se resuelven en un escenario diferente al que nos muestran los periódicos. El eje de esa escena oculta es el enfrentamiento de algunos EX, portando silenciosamente el secreto saber acerca de las cajas negras, contra innumerables IN, alegres y confiados en la belleza de los espejitos de colores. ¿Acaso ustedes adivinan quién gana?