Anoche me costó mucho conciliar el sueño. Lo que me ocurrió no tiene nada que ver con tu próxima campaña política, claro. Aunque por otro lado sí que tiene mucho que ver.
A ver si me explico.
Primero lo de anoche.
Por lo general duermo muy bien. No importa en qué etapa de la vida esté ni qué problemas esté enfrentando. Simplemente leo unos minutos. Un buen libro en edición papel, por supuesto (¡ok boomer!). Pronto me llega el sueño y me duermo plácidamente. Los ronquidos vienen después y en ocasiones (muchas) le complican la noche a Lilián que también intenta dormir unos centímetros más allá.
Pero esa es otra historia.
Vuelvo a lo de anoche.
No podía dormir. Había mucho viento pero eso en sí mismo no me resultaba un obstáculo. El problema era que el viento movía una chapa metálica en el exterior de la casa de un vecino. Aquel sonido se hacía más potente en el silencio de la noche.
Ya tú me entiendes: el ruido de la chapa que se repite mil veces, y yo que me doy mil vueltas en la cama sin poder dormir. Maldita chapa.
Pero al final me dormí.
Como ves, no tiene nada que ver con tu próxima campaña.
Pero. Pero. Pero.
Tal vez sí que tiene una vinculación.
Escucha con atención.
Para que las personas te voten es necesario que les hables de aquello que les impide dormir por las noches.
De sus problemas.
Nada importa si les explicas la modificación del inciso k del artículo segundo de la ley 14589. Si hablas en esos términos el cerebro de los votantes se desconecta de tu discurso. Se va. Te abandona.
Pero si les hablas de ese problema que les desvela, entonces sí te van a prestar atención.
¿Qué es lo primero que tienes que hacer antes de definir tu mensaje político?
Pues identificar el ruido que les molesta por las noches. El tema que no los deja dormir. Porque ese ruido, esa maldita chapa, tiene que ser el eje de tu campaña.
Daniel Eskibel