En esta profesión de consultor político que he desempeñado durante más de 25 años suelen exagerarse los méritos propios.
Parece que todos han ganado elecciones a diestra y siniestra. Que todos y cada uno son la suma total de la sabiduría. Que nadie en esta industria se equivoca.
Es falso.
Todos nos equivocamos.
Si miro hacia atrás en mi carrera veo aciertos, triunfos y oportunidades aprovechadas. Pero también veo errores.
Veamos.
Creo que el peor error que he cometido como consultor político ha sido participar en reuniones en las que mi presencia no pintaba nada.
Recuerdo un caso de hace muchos años en el que me reunía presencialmente todas las semanas con un equipo de campaña que jamás tomaba decisiones y cuya influencia práctica en la campaña era nula.
Recuerdo otro caso mucho más reciente en el que me reunía todas las semanas en Zoom con un comando de campaña en el que ocurrían largas e intensas discusiones en las cuales mi intervención era irrelevante (discusiones ideológicas o de detalles prácticos operativos o inclusive personales).
Recuerdo varios casos así. Errores que intento evitar.
Ahora tengo una regla (propósito de año nuevo que aspiro a cumplir de modo estricto).
Una regla principal para mi trabajo como consultor.
Escúchame bien.
Solo participo en reuniones en las que mi intervención sea imprescindible.
No optativa ni recomendada ni conveniente. Imprescindible.
Lo que sí hago es reunirme regularmente en un formato uno a uno. Comunicación directa, regular y estable con la figura principal a la que asesoro. El que toma las decisiones finales.
Esa comunicación uno a uno es imprescindible.
En ocasiones hay que agregarle alguna otra reunión a ese uno a uno. Alguna reunión donde participen algunas personas más.
Ok, estoy de acuerdo.
Pero esas ocasiones son las menos.
¿Mi consejo de hoy?
Reduce la cantidad de reuniones en las que participas.
Intenta llevarlas al mínimo posible.
Participa solamente en aquellas en las cuales tu presencia es indispensable para la toma de decisiones.
Daniel Eskibel