Las campañas políticas tienen dos enemigos mortales:
1. La rigidez.
2. El caos.
Son dos enemigos contrapuestos, como ves.
La rigidez te lleva a un set fijo de procedimientos y acciones, un manual inflexible, un recetario único. Hacer lo mismo de manera invariable y sin matices, con independencia de lo que ocurre en el mundo real.
Es aquello que decía Mike Tyson: “todo el mundo tiene un plan hasta que le dan un puñetazo en la cara”.
Y a quien se maneja de modo rígido el puñetazo se lo da la realidad.
El caos, por su parte, te lleva a la máxima volatilidad de procedimientos y acciones. Es la improvisación constante, las decisiones cambiantes, las marchas y contramarchas en función de la última noticia.
Es aquello de la canción de Daniel Viglietti: “un hombre se levanta y sale a la ventana, y lo que ve decide la próxima mañana”.
Y lo que ves cada día te empuja en direcciones diferentes cada día.
¿Entonces?
¿Cual es el camino?
Mi respuesta es la del título: flexibilidad táctica y firmeza estratégica.
Firmeza para mantener el rumbo, para ir en determinada dirección más allá de los vaivenes cotidianos.
Y flexibilidad para responder adaptativamente a los hechos que ocurren durante la travesía política.
Le llamo el Método FF, y es lo que aplico con mis clientes de consultoría.
Con ellos trabajo para definir una estrategia inteligente. No cualquier estrategia sino la más adecuada a sus características, a sus objetivos y a la situación política. Y luego los ayudo a encontrar el hilo de esa estrategia en todos los asuntos del día a día.
Y a su vez trabajo con ellos para encontrar los caminos cotidianos, para enfrentar los acontecimientos concretos, para evaluar la marcha de la campaña y para hacer las correcciones necesarias.
Este Método FF que aplico con mis clientes es el mismo que te recomiendo que lleves a la práctica. Flexibilidad táctica y firmeza estratégica.
Es simple pero práctico y funciona en los hechos.