Imagina un espacio reducido. Digamos que una pequeña habitación de 2 metros de ancho por 2 de largo por 2 de alto. Reducida, por cierto.
Bien. Ahora imagina que dentro de ese ámbito tan estrecho hay una persona, un chimpancé y una serpiente. Los 3 juntos. ¿Difícil verdad?
Podría ser peor aún: los 3 juntos para siempre. Las 24 horas de los 365 días de unos, digamos, 85 años. Siempre juntos: persona, chimpancé y serpiente.
¿Sientes el escalofrío?
Pues tengo malas noticias: así es el cerebro mío, el tuyo, el de nuestros seres queridos, el de nuestros seres odiados, el de quienes nos resultan indiferentes y también el de los desconocidos.
Así es el cerebro del automovilista que ves pasar por la esquina, del peatón que desafía el frío de la mañana, del niño que entra sonriente a la escuela, de la pareja que discute a muerte mientras baja en el ascensor y también de la pareja que se abraza en medio de la plaza.
Así es el cerebro del votante. Así es el cerebro.
Porque tenemos una estructura cerebral típicamente humana, es cierto. Una maquinaria biológica asentada básicamente en la corteza cerebral y que nos permite conductas imposibles para cualquier otra especie del planeta.
Pero ese cerebro humano no está solo. No es el único habitante de nuestro interior.
Porque también tenemos otra estructura cerebral, basada en la zona del cerebro medio, que es virtualmente idéntica al cerebro de cualquier mamífero. Una zona que controla ni más ni menos que nuestras emociones.
Pero además tenemos una tercer estructura cerebral cuyo campamento se ubica en el tronco cerebral y que es sorprendentemente igual al cerebro de los reptiles. Una estructura que está al mando de nuestra vida mental más primaria: violencia, rituales, autoridad, reproducción, defensa del territorio, necesidades básicas…
No tenemos 1 solo cerebro sino 3.
3 cerebros en 1.
Cerebro humano, cerebro de mamífero y cerebro de reptil.
3 supercomputadoras biológicas. Cada una con su propia lógica y con su modo propio de funcionar. Cada una bien distinta de las otras dos.
Sabiendo ésto puedes entender mejor las conductas humanas.
Las que ves en las noticias cada día.
Las que ves en amigos y familiares.
Las que a veces puedes ver, también, en ti mismo.
Sabiendo ésto puedes entender mejor la psicología política.
Tanto la psicología del votante como la psicología del gobernante y la psicología del político.
El humano, el chimpancé y la serpiente ven juntos tu publicidad televisiva. Escuchan en grupo tus declaraciones radiales. Te observan entre los 3 cuando estás en un debate televisivo.
Y van juntos a votar.
Recuérdalo.
Y con ellos 3 en mente, borra tu campaña y tus planes. Bórralos y empieza de nuevo. Empieza a hacer campaña política para los 3 cerebros que todos llevamos dentro.
Para los 3, no para 1 solo.