John Heritage y David Greatbatch publicaron en 1986 un artículo en el que resumen su investigación sobre el discurso político y el aplauso.
Su objetivo era descubrir cual era la característica del discurso político que actuaba como disparador de los aplausos del público. Para ello analizaron 476 discursos políticos de Gran Bretaña. Cientos de miles de palabras. Y buscaron qué había inmediatamente antes del aplauso.
Pues lo encontraron.
Lo que había antes del aplauso era contraste.
Sí: contraste.
Un discurso plano no genera entusiasmo. Por eso nadie aplaude. Pero un discurso que sube y baja, que compara, que contrasta…ese sí despierta pasiones que se traducen en aplausos.
¿Quieres que te aplaudan?
Busca el contraste.
Contrasta el pasado con el futuro. O el presente con el futuro. O tu partido con el otro. O el gobierno con la oposición. O una idea con su contraria. O una imagen con su opuesta.
Como una montaña rusa.
Así es el discurso político que arranca aplausos.