En el búnker saltaron todas las alarmas. El sistema informático mostraba que un misil nuclear de los Estados Unidos había sido lanzado contra la Unión Soviética. Era septiembre de 1983 y la guerra fría podía volverse guerra de extinción planetaria en cualquier momento. El coronel Petrov estaba de guardia aquel día y su misión era justamente reportar a sus superiores si comenzaba un ataque nuclear enemigo.
Petrov esperó un momento. Si hacía el reporte de inmediato confirmando el ataque, como era su deber, la respuesta probable sería activar los misiles soviéticos, los cuales se lanzarían en cascada sobre las ciudades estadounidenses. El sistema detectó un segundo misil y luego un tercero. Petrov decidió esperar un poco más hasta tener más información. El sistema informó de un cuarto y de un quinto misil. Cinco misiles con carga nuclear volando hacia ciudades soviéticas. Pero Petrov siguió esperando. Nada más sucedió. Pronto quedó claro que el sistema de detección había fallado, que era una falsa alarma y que aquellos misiles nunca habían sido lanzados.
– Nadie comienza un ataque nuclear con solo cinco misiles -dijo años después el teniente coronel Petrov.
Tenía razón. De hecho Estados Unidos tenía miles de misiles, al igual que la Unión Soviética.
¿Por qué te cuento esta historia?
Porque deja de manifiesto la relevancia de la autonomía, de la capacidad de pensar por uno mismo, del carácter necesario para tomar decisiones difíciles sin necesidad de una supervisión intrusiva.
Así deben trabajar los líderes políticos.
Con autonomía.
Con responsabilidad.
Con firmeza.
Haciéndose cargo de la situación.
Sin esperar que otros le digan qué tiene que hacer y cuándo y cómo y hasta cuándo.
Para eso hay que estar formado, educado, bien entrenado.
Ese es mi consejo de hoy.
Que te prepares.
Que sepas que te tocarán decisiones difíciles.
Que formes tu intelecto y tu personalidad para hacerlo.
Que elijas para tu entorno más cercano a personas que también tengan autonomía.
La disciplina es importante, claro que sí.
Pero no todo en la vida es seguir órdenes. También hay que tomar decisiones.
Si no que lo diga Stanislav Petrov.
Daniel Eskibel