Estás navegando en alta mar y te sorprende la tormenta. El caos se instala. Vientos terribles que cambian de dirección. Olas enormes que parece que se van a tragar el mundo. Corrientes violentas. La embarcación que se sacude. Tu estómago que se da vuelta. Caos.
Pase lo que pase debes atravesar la tormenta. Y llegar, del otro lado, al puerto indicado. Para eso van a jugar un papel muy importante algunos factores como la calidad de la embarcación, tu propia capacidad como navegante y el método que uses para ubicar la posición del puerto y enfilar hacia él. Claro que algunos avances científicos te pueden ayudar: ya no basta con mirar las estrellas y hacer algunos cálculos, sino que ahora puedes tener hasta un GPS.
La campaña electoral es casi una tormenta perfecta.
Un caos desatado de millones de decisiones que hay que tomar y de millones de opiniones que todo el mundo vuelca aquí y allá. Un caos frenético de acciones, de rumores, de comunicaciones, de aciertos y de errores, de enojos y de peleas. En suma: vientos huracanados.
Y para colmo hay un solo puerto que te sirve: el puerto de los votos. Porque si no logras el objetivo, ese objetivo crudo y duro que se mide en votos, entonces tu barco puede hundirse o simplemente quedar a la deriva.
Si el barco (candidato, partido) es fuerte, entonces anota una variable a tu favor.
Si el navegante (tú mismo) es bueno, vaya una segunda anotación a favor.
Si la tormenta (problemas de coyuntura) es razonable, tal vez tengas un tercer tanto.
¿Qué falta?
El otro factor que resta es el GPS, la tecnología para atravesar la tormenta y llegar hasta el puerto. A ese GPS yo le llamo método.
Método, sí. Una forma estructurada y secuenciada de llevar adelante la campaña. Una organización de toda la comunicación electoral para que esté alineada con el objetivo central: persuadir al votante.
Tal vez sea ese tu instrumental más necesario en una campaña electoral: un método de persuasión política. Porque de eso se trata la campaña electoral.
Tratando de hacer un aporte en estos temas es que diseñé el Curso MINOTAURO (Cómo usar la psicología para convencer a los votantes). Y que no es más que la profundización y la aplicación de la metodología que ya he propuesto en mi libro-biblia Maquiavelo&Freud.
Insisto: método.
La única manera de atravesar ese caos que siempre es la campaña electoral es con método. Y particularmente con un método claro y definido de persuasión política.
De lo que se trata en una campaña, al fin y al cabo, es de dibujar una línea recta que conecte directamente con el cerebro del votante. Lo demás es caos.