Hace muy pocos meses, yo estaba en el Aeropuerto de Cochabamba cuando veo a Evo Morales. Caminaba lentamente entre los demás pasajeros que esperábamos el vuelo, de calzado deportivo y pantalón y campera también deportivos. Parecía un hombre muy sencillo y humilde.
Luego viajamos en el mismo avión y descendimos ambos en la imponente ciudad de La Paz.
Pocos días después tenía lugar en dependencias de la Universidad del Valle, y con la organización de Atenea, un Seminario Internacional de Marketing Político en el que me tocaría exponer como único invitado extranjero junto a tres destacados profesionales bolivianos. Uno de ellos sería el Sociólogo Alvaro García Linera. Finalmente García Linera declinó participar porque Evo Morales le acababa de ofrecer la candidatura vicepresidencial.
Hoy día Evo y Alvaro son, respectivamente, Presidente y Vicepresidente electos de Bolivia. Con un histórico triunfo, además, sobrepasando el 55 % de los votos.
Su principal rival, Jorge Quiroga, quedó apenas con un 30 % de los votos (digo apenas por la distancia que le sacó Evo, aunque más allá de la derrota no es una cifra para desestimar). Mucho más atrás, ya en un plano de rotundo fracaso electoral, quedó el empresario Samuel Doria Medina en el entorno de un magro 8 %.
A fines de septiembre el panorama que daban las encuestas parecía ser muy diferente: Evo primero pero con poco más del 30 %, Quiroga cerca del 25 % y con posibilidades de disputar la Presidencia, y Samuel Doria que estaba entre el 10 y el 15 % y crecía.
Entonces…¿qué pasó? O bien las encuestas fallaron estrepitosamente (Bolivia, además, es un país muy complejo para los encuestadores), o bien una de las campañas fue muy buena y las otras dos fueron muy malas.
Tal vez ambas cosas sean ciertas.