Al votante le interesa mucho la personalidad del candidato.
Claro que siempre hay personas a quienes les importa mucho más la ideología. O las propuestas de gobierno. O la trayectoria política.
Pero son pocas personas. Apenas un segmento de la sociedad. Un segmento más bien pequeño.
En cambio la personalidad moviliza más.
Ya sabes: una elección no es un debate de ideas. Es más bien una selección de personal. El votante selecciona al que cree más indicado para hacer el trabajo. Y esa selección no la hace basado en una comparación de intelectos sino más bien en una evaluación no consciente de las personalidades en juego.
¿Cuál de estos candidatos tiene la personalidad adecuada para hacerse cargo de esta situación con estos problemas aquí y ahora?
Así, en términos parecidos, piensa el votante. O debería decir siente el votante.
Por supuesto que ese votante no tiene ni tiempo ni ganas de analizar en profundidad todos los rasgos de la personalidad de los candidatos. Lo que hace es tomar un atajo, cortar camino. No se fija en todos los rasgos sino que espontáneamente atiende a dos de estos rasgos.
Dos rasgos de personalidad.
Only two.
Toma nota:
1. Energía, fuerza, vitalidad, capacidad de trabajo.
2. Afabilidad, amabilidad, cordialidad, simpatía.
No lo pienses más. No sigas buscando. Son esos dos rasgos personales los que cautivan al votante.
Cuando planifiques la estrategia de tu próxima campaña, piensa seriamente cómo vas a comunicar tu energía y tu carácter afable.
Llévalo a la práctica y verás el impacto que tiene.
Daniel Eskibel